Con una inversión de 286.657 euros, estas actuaciones han estado destinadas a la continuación de los trabajos de conservación del castillo, que han tenido lugar desde el año 2004 mediante diversos proyectos.
La consejera del Departamento de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola, y el alcalde del municipio, Fernando Sierra, visitaron recientemente el Torreón de Cortes, tras la finalización de las obras de restauración del interior y del exterior del edificio, recuperando su estabilidad estructural y constructiva. Tras la finalización del proceso, se podrá incorporar por primera vez el torreón a las visitas públicas del castillo, declarado en 1993 Bien de Interés Cultural, con categoría monumento histórico-artístico.
El proyecto, promovido por Cultura y el Consistorio de Cortes, ha sido redactado por Iñigo Esparza Andrés, arquitecto municipal de Cortes, y Javier Sancho Domingo, arquitecto de la Sección de Patrimonio Arquitectónico de la Institución Príncipe de Viana. Se han ejecutado tres niveles de actuación, siguiendo los criterios marcados por la Institución Príncipe de Viana en anteriores obras. La ejecución de las obras ha sido adjudicada a la empresa Construcciones Rubio Morte S.A. por un importe de 286.657,22 euros, IVA incluido.
Estas actuaciones han estado destinadas a la continuación de los trabajos de conservación y rehabilitación del castillo, que han tenido lugar desde el año 2004 mediante diversos proyectos, cuando presentaba un aspecto de deterioro considerable, consecuencia de las inclemencias meteorologías y del abandono.
Obras de restauración acometidas
Por un lado, se han recuperado los forjados en todos los niveles del torreón, desde la solera hasta la cubierta. Algunos de ellos se han reforzado, conservando las soliverías de madera y viguetas para no modificar el aspecto actual de las salas, y otros se han sustituido completamente por encontrarse colapsados. La intervención no ha estado exenta de complicaciones como la aparición inesperada de una cámara abovedada subterránea por debajo de la cámara abovedada del ingreso y el desplome del tramo de escalera de caracol entre los forjados antepenúltimo y penúltimo poco antes de iniciar su desmontado, que han dificultado la marcha de las obras de restauración.
Por otro lado, se ha rehabilitado completamente el exterior del torreón, realizando una revisión del muro estructural, sellado de grietas y fisuras, limpieza y rejuntado de fábrica de piedra, y renovación de carpinterías y rejas. Además, se han acondicionado las salas, reparado revestimientos y solados, así como carpinterías interiores de madera. También se ha reparado el sistema de recogida de pluviales actual mediante la sustitución de las actuales gárgolas, se ha renovado el sistema de electricidad y se han instalado medidas de protección contra incendios.
En la llamada sala de estudio o biblioteca, la intervención ha consistido exclusivamente en la adecuación estructural y constructiva de la sala. No se ha actuado sobre el papel pintado con escena bélica, que parece representar la conocida como Guerra de África o Guerra de Marruecos (1859-1860). El Ayuntamiento deberá valorar la oportunidad de contratar una intervención de restauración de este elemento decorativo a fin de mejorar la sala para las visitas guiadas del torreón. En cualquier caso, sería oportuno contar con estudios previos de restauración de materiales gráficos para evaluar el alcance de la intervención.
Historia del castillo
Según el historiador Juan José Martinena Ruiz, en sus orígenes, allá por el siglo X, este castillo fue una fortaleza musulmana, enclavada en un territorio que durante dos siglos estuvo controlado por el belicoso clan muladí de los Banu Qasi. Su torre permitiría probablemente la comunicación mediante señales –ahumadas durante el día y antorchas por la noche- con otras atalayas o fumarolas situadas en distintos puntos del valle del Ebro, alertando de posibles incursiones armadas por arte de las huestes cristianas.
Tras la reconquista de Tudela y su comarca por Alfonso I el Batallador el año 1119, el rey confió su guarda al noble Ramón de Alperche, hermano del conde don Rotrou, el noble caballero que al frente de sus huestes tomó la ciudad ribera en aquella campaña. En los primeros años del siglo XIII el señorío de Cortes pertenecía al linaje de los Abarca. En 1203, don Pedro Abarca cedió en su testamento la iglesia del lugar al cabildo de la colegiata de Tudela, lo que dio lugar a un litigio con el obispado de Zaragoza, a cuya jurisdicción pertenecía en lo eclesiástico.
Veinte años más tarde, en la etapa final de su reinado, Sancho el Fuerte, siguiendo su política de aumentar las posesiones vinculadas al patrimonio real, parece que trató de adquirir la villa con su castillo, pero falleció sin ver cumplido su deseo. En 1234, tras la muerte del monarca, su sucesor Teobaldo I de Champaña los permutó con doña Toda Roiz, hija de don Rodrigo Abarca, por otros once lugares. A partir de entonces, a lo largo de los siglos XIII y XIV, los reyes sucesivos nombraron a sus alcaides y autorizaron las obras de reparación de muros y torres, que los recibidores de la Ribera pagaban con cargo a las rentas de la merindad.
Por su situación estratégica, en plena frontera con Aragón y no lejos de la de Castilla, esta fortaleza resultó afectada en mayor o menor medida en varios momentos de conflicto armado con o entre ambos reinos. En tiempos belicosos, sobre todo en poblaciones fortificadas, aparte del alcaide se solía nombrar un capitán, que mandaba la guarnición enviada para defender la villa y también a los propios vecinos, armados en la forma que cada uno podía. Así vemos que en enero de 1366 se nombró capitán de Cortés a Pedro Ladrón de Goñi. En 1367 las temidas grandes compañías de Beltrán du Guesclin acamparon aquí durante algún tiempo, cometiendo numerosos abusos y tropelías, causando muchos daños y perjuicios a la población y provocando la huida de los vecinos moros y de sus familias. Debido a ese carácter fronterizo, el pueblo de Cortes, además de contar con un importante castillo, estuvo antiguamente amurallado. En 1802 –según lo atestigua el Diccionario geográfico-histórico publicado ese año por la Real Academia de la Historia- todavía se conservaban en pie “parte de los muros que defendían la villa y las dos puertas por donde se entraba”.
El castillo de Cortes fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría monumento histórico-artístico por Decreto Foral 31/1993, de 1 de febrero. Son de aplicación las disposiciones de la Ley Foral 14/2005, del Patrimonio Cultural de Navarra.
En la actualidad, el uso principal del castillo es la visita pública. El Ayuntamiento, con la colaboración de la asociación de Amigos del Castillo de Cortes, viene acondicionando desde hace años de forma progresiva las estancias con su mobiliario y hoy en día se puede visitar la mayor parte del monumento. Ahora se incorporará a la visita al torreón como parte del conjunto del castillo.
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